29 oct 2005

El Otro Lado

Y te gana el pesito por cansancio,
tal vez por cobardía, de la tuya,
ésa de no poder levar cabeza
ante el posi clavado en la manito.

Sus pájaros no cantan los arrullos
de aquel mundo que está del Otro Lado;
renegridas sus voces, tal su rostro,
tal su mano tendida ante la sombra
de un cristal que refleja el busto blanco
de este prócer, de aquél otro, de la escuela
que está del Otro Lado, algo difusa.

A lo lejos se observan los despojos
de una infancia carcomida por la esquina;
fue cabeza de gato, fue la carne
de un puñal furibundo, fue su herida.

Y te gana el pesito, por rutina.
Vos te vas, desoyendo un grito sordo,
dando el tosco ritual por concluido;
él se queda, voraz en su mirada.
Parece satisfecho: ha conseguido
lo que la urgencia pide con la mano,
mas no alcanza: el pibe, sin arrojo,
Otra Cosa mendiga con los ojos.


Agustina Ariana D’Andrea, 28-10-2005, 04:01 am.

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