13 abr 2007

Last night you were my sweetest downfall... and I loved you first.

Y cuando vuelva a verte el rostro seguramente no seas más que un par de ojos que alguna vez he contemplado... ojos castaños y enormes. ¿Por qué Morfeo te arrastró hacia las profundidades de mi corazón en ese laberinto que es su reino? ¡Qué no daría por lograr que se extendiera, aunque fuese por un solo día más, ese latido inconfundible e imposible de sentir por las personas que mundanamente habitan esta Tierra! Ese estrépito de voces y de ecos de otro mundo que nos unen para siempre en algún lugar remoto de este cruel universo que se esconde de mí, que me sumerge en una oscura nebulosa de pasiones y amores olvidados, que me obliga a ponerme los zapatos cada día, que me llueve cada tanto. Y esa soledad infinita que llena los intersticios de mis horas y se escurre como gotas de agua pura en las ventanas otoñales. Te amé tanto esa noche que sigo deseando el silencio y la oscuridad de esta habitación en la madrugada antes que el despertar del día rayando con sus primeras luces la hierba, la humedad del rocío en la mañana, el mundo en que me muevo inanimada, los colores vívidos e irrepetibles que el sol me regala, aquellos que jamás podré imitar con tanta nitidez, pero no me importa, porque allí estabas, para hacer explotar en mil pedazos mi emoción y mis ganas, y qué no daría por enceguecer mi cuerpo una vez más, aunque sólo fuera una vez más, y encerrarte en mi memoria o en un frasco, para darle vida cuando quisiere a tu imagen enaltecida por unas vibraciones de intensidad inédita, para borrar por fin lo efímero y fugaz de tu presencia perfecta que entre sueños me fue regalada y hoy se desvanece una vez más y me deja rezando estas líneas en la eterna madrugada.


13-04-2007, 02:16 am.

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