16 nov 2007
Beneath the sheets of paper lies my truth...
Un nudo en el estómago, algo como una certeza de tan tangible, de tan material que no se delezna, que está ahí como una piedra, como un quiste enterrado en el alma que de repente se hace táctil, se aleja de su condición platónica y me duele, me llueve, me desespera. Se quiso, se obtuvo, se deseó con una fuerza que vuelve. Volvedora, amiga de las noches de lluvia, de las madrugadas, de las madrigueras, de los estrépitos, del corazón saltarín y vagabundo, del ave derramada en un silencio tembleque, más elocuente que todas las palabras. El impulso de ir corriendo hacia sus brazos, de borrar de un aullido las lunas llenas de las noches del pasado, de hurtar a besos nuevos los recuerdos enterrados. El fuego que todo lo lava, ese silencio, el incendio en una torre de marfil que quisiera derrumbar de una mirada. Llegar al torreón con ella, abrir una ventana a través de sus ojos transparentes, dibujar mi sonrisa en ese azul platónico obrador de tantas maravillas, disipador de soledades ebrias, precursor de tantas quimeras inimaginadas antes de ese espacio que la orbita. Su miedo. El mío. Su sonrisa. Periodicidades taciturnas que sugieren cada día, cada tarde, cada noche y sobre todo cada madrugada, que es perecer estar enamorada.
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