Escribir
una mano
que habita ese lugar de sombras quietas,
de sombras demoradas,
lugar sin cuerpo, espacio sin materia,
tiempo sin horas, noches sin mañana.
Escribir el arribo a esa guarida
para guardarte en ella sempiterna,
incorruptible y ávida de cielo.
Desarmar las palabras
merisma por merisma,
amarte sorbo a sorbo y detenerme
en donde se detienen los minutos,
donde el sonido toca
lo que no tiene nombre,
para dar vida al Golem imperfecto
del verbo encarnado en la sustancia.
Dibujar un alivio momentáneo
para pender del hilo
que está pronto a romperse,
cargar una palabra
indómita, inaudita
con el sentido de nuestras miradas
en el momento mismo en que se encuentren.
12-01-2008
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