Es de noche y cae su neblina azul sobre el silencio.
Un latido unívoco se vierte en el helado viento
buscando satélites de órbitas en tus cabellos
que son en un tiempo y espacio distinto y secreto.
Te vi entre mis sueños dormidos y ahora despiertos,
pues se han disputado tu amor la vigilia y Morfeo.
La noche me abraza en su lánguida voz de lamento:
existo este invierno, bajo estas estrellas me duermo
y acaso te pienso. Estamos demasiado lejos.
Pero es esta manera absurda de conquistar cielos
la sal y el agua de días dignos de tu encuentro;
mis alas se embriagarán íntegras en tu aleteo
y me diré sí, y la noche por fin se hará beso.
Agustina Ariana D’Andrea, 15-08-2007, 03:49 am.
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