Irse con la mañana del olvido
ignorante del pérfido regreso.
Desear tantas cosas impolutas,
mancharlas con hollín de nuestro cielo.
Desear el sonido de tu tacto,
el sentido incomprensible de tu ausencia
y todo mi silencio en tu respiro.
La miel y aquellos labios que no existen,
pues nunca existió el tiempo
y tus labios son horas que me inundan,
las yemas de tus dedos
agujas que me marcan
con su fuego,
tan lento como el tiempo que no pasa,
que hasta parece quieto.
Yo te regalo todas mis palabras
y acaso una sonrisa siempre triste
que solamente pide tus colores.
Ya por última vez digo tu nombre:
espero en el silencio acurrucado
la muerte de mis tantos días grises.
2 comentarios:
Vos escribís más lindo que nadie!
Agus
Tiene razón quien me precede, tu poesía es muy buena.
Un abrazo.
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