Hogazas de pan muerto y el día que no pasa
esta vida de cuchas que se acuesta temprano
toda tajeada y trunca y sus noches estancadas
y no sabés si el fútbol o el trabajo o el vino.
El potrero es el mismo de cuando eras pendejo,
desnivelado y sucio y tan parecido a todo.
Los pibes te crecieron un espejo en la cara
y envejeciste solo tambaleando con ellos.
Mandanga aquella noche te miró desde lejos;
vos para tus adentros repetiste celoso
la redonda es más linda que esas porquerías
pero dura tan poco que ni vale la pena.
Guiña un ojo la luna y te pega un bostezo
que te manda a tu casa pensando en tu destino:
¡Para qué rescatarte del averno más blanco!
Se te secan las suelas ya de tanta gambeta
y en la canchita apenas si podés hacer una.
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