Las letras tensan sus espaldas cansadas de retorno.
Nunca terminan de volver. Apuesto a que se han ido
lentamente con el humo de la suerte.
Nada ha quedado.
Ni aquel rabino ni aquel gato cuyos ojos se dan cita
con un rumor de viento desganado.
Ni el verbo Funes ni el espanto troquelado
si tampoco alcanzaren los sonidos, ni los gestos,
ni concatenaciones sin sentido,
oleaje de mamparas, pámpanos del miedo,
vasos desconsolados y vacíos,
espuria fragua de galaxias blancas.
Si acaso diere con la frase exacta.
1 comentario:
genial, no sé hacer comentarios en blogs. Por eso me gustó eso de "si acaso diera con la frase exacta".
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