I
Hay tantas cosas solas en el aire
y tantas cosas solas en el fuego
y tantas cosas solas en el mundo,
que el silencio se para en las esquinas
y observa desde lejos
en su ritual absurdo.
En la negrura espesa
te invoco y te lamento,
mutismo abandonado que me habita,
horror de lágrimas que mudas vuelcan
sobre las cosas solas y calladas
algún ausente grito enmudecido.
Mas no todo silencio es siempre solo;
entre los universos
hay espacios vacantes
de un éter tan silente
como un ave atrapada,
como un cielo vacío,
y oscuros intersticios
se llenan con palabras de repente,
dibujan mil estrellas en la nada,
un aire fresco en medio del estío.
Yo moriré en un nido de silencio
si el silencio amanece tu recuerdo,
o si en el ancho mundo que te habita
mis lágrimas se vuelcan en los cuencos
de tu fatal olvido,
de tu último secreto,
de tus ojos perdidos.
Agustina Ariana D’Andrea, 05-12-2007, 03:20 am.
2 comentarios:
la primera estrofa vale todo el poema. Y vale todo.
ya te agregué, pero por las dudas, leajauregui@hotmail.com
cierto lo de leandro.
gracias por el sms, ya tengo 21 podés podés podés creer?
y miráte
escribiendo poemas como resortes
escribiendo enlazando el fuego
escribiendo porque escribís
si eso sos
y eso somos
te quiero cara de marzupial
(ésto para sacarle tanta cordialidad a los últimos comentarios que te han hecho)
me fui
con ravioles
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